Por cuarto año consecutivo, Buenos Aires encabezó el ránking de la revista The Economist como la mejor ciudad de Latinoamérica para vivir. Quedó 61° entre 140 urbes de todo el mundo, por encima de Santiago de Chile y San Juan de Puerto Rico. La número 1 fue Viena, la capital austríaca, que destronó a la australiana Melbourne.
El «Global Liveability Index» de The Economist Inteligence Unit, que se realiza desde hace ocho años, asigna un puntaje en dimensiones: estabilidad; cultura y medio ambiente; educación; salud, e infraestructura. Las mide en función de 100 aspectos diferentes, que van desde el nivel de vida económico hasta la criminalidad pasando por la red de transportes públicos, el acceso a servicios educativos y sanitarios o la estabilidad política y económica.
Buenos Aires sacó un puntaje de 82,4, por encima del promedio de Latinoamérica, que es de 68,2, del de Europa Central y del Este (72,1) y del de Asia y Australasia (72,9). Y quedó por debajo de Norteamérica (90,7) y de Europa Occidental (92,4).
«Estos rankings son importantes porque construyen percepción externa -afirma el secretario general y de Relaciones Internacionales del Gobierno porteño, Fernando Straface-. La dimensión en que mejor nos va es Educación. Sacamos 100, al igual que ciudades como Boston, París y Londres, cuando el promedio de Norteamérica es 98,3 y el de Europa Occidental, 93,8. Calculamos que este año hay aproximadamente 60 mil estudiantes extranjeros realizando una experiencia educativa en Buenos Aires. Esta tendencia viene creciendo, porque la Ciudad tiene una oferta educativa buena y accesible».
Otra dimensión en que Buenos Aires se impuso es la cultural. «Es la Ciudad con más teatros del mundo, después de Londres y antes de Nueva York. Y la que tiene más librerías per cápita», dice Straface. Y revela que un punto que destacó The Economist fue el medioambiente porteño. «El estudio subraya que las temperaturas son moderadas todo el año».
A nivel global, después de siete años Viena logró desplazar del primer puesto del ranking a Melbourne, que quedó segunda.
Las diez primeras posiciones se completan con otras dos ciudades australianas (Sydney en el quinto y Adelaida en el décimo); tres canadienses (Calgary en el cuarto, Vancouver en el sexto y Toronto en el octavo); dos japonesas (Osaka en el tercero y Tokio en el séptimo), y la danesa Copenhague en el noveno.
En los últimos puestos de la lista aparecen entre otras la senegalesa Dakar, la argelina Argel, la camerunesa Douala, la libia Trípoli, la paquistaní Karachi, la nigeriana Lagos y la siria Damasco. El informe no incluye a ciudades que podrían estar incluso peor como la capital afgana Kabul o la somalí Mogadiscio.
Lo más valorado en Viena es la estabilidad, la bajísima tasa de criminalidad y la potente vida cultural. Y lo que mejoró en el último año para desplazar a Melbourne del liderato fue la caída de la amenaza yihadista en Europa occidental.
De 100 puntos posibles, la capital austríaca llegó a 99,1 y Melbourne a 98,4. Los grandes centros financieros como Londres o Nueva York aparecen muy lejos del top 10. La capital británica está en el 48 y la metrópolis estadounidense en el 57. El informe explica que caen tan abajo por culpa de unas tasas mayores de inseguridad y porque sus infraestructuras públicas están saturadas.
El informe coloca en los puestos más altos a ciudades de tamaño mediano de países ricos, no a las grandes urbes. También tienen en común una moderada densidad de población. El Economist Inteligence Unit explica que esas ciudades, que rondan el millón de habitantes, tienen sus servicios públicos menos saturados y suelen tener una menor tasa de criminalidad mientras proveen de cualquier servicio que pueda tener una ciudad mayor pero más congestionada y normalmente más cara en aspectos como acceso a la vivienda.
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